Perú en el siglo XX

Durante las tres primeras décadas del siglo XX, la fisonomía del país cambió. Los centros urbanos, principalmente Lima, crecieron y se modernizaron, aunque en las amplias zonas rurales la vida no varió mucho.
El crecimiento de las ciudades
En los primeros años del siglo XX, los principales núcleos urbanos del país experimentaron un notable incremento de su población. Lima, por ejemplo, que en 1890 tenía una población estimada de 114.788 habitantes, pasó a tener unos 172.927 habitantes en 1908, cifra que se elevó a 223.807 en 1920. Por su parte, en 1908, Arequipa contaba con unos 35.000 habitantes; Cusco, 18.500; y Trujillo, 10.000. Este incremento poblacional puede explicarse por la relativa estabilidad interna del país, pero también porque estos centros urbanos ofrecían mayores posibilidades laborales y porque en ellos se concentraban las instancias administrativas del país.
En la década de 1920, Lima se convirtió: su trazo urbano fue remodelado y ensanchado, se construyeron imponentes edificios y monumentos, y fueron mejorados sus servicios de agua y desagüe, de recojo de basura, de transporte y de alumbrado público.
La vida en las zonas rurales
La modernización que experimentaron ciudades como Lima no alcanzó a las zonas rurales, donde una buena parte de la población vivía alrededor de los centros mineros o dentro de las grandes haciendas, sometidos a una relación de subordinación y servidumbre hacia sus patrones. Al interior de las haciendas, era posible encontrar sectores destinados para las viviendas de los trabajadores , almacenes o “tambos” (cuyas mercaderías se vendían a elevados precios) y a veces hospitales. En algunos casos, el tránsito por estos lugares era imposible sin la autorización de los propietarios de la hacienda, como si se tratase de un feudo medieval. Otro tanto sucedía con los campamentos mineros.
El desarrollo de las comunicaciones
Los gobiernos civilistas de comienzos del siglo retomaron la política ferrocarrilera de José Balta. Para 1908, las líneas férreas sumaban unos 2.153 kilómetros. Las más extensas eran las que unían Arequipa con Puno (351 kilómetros) y el Callao con La Oroya (222 kilómetros). Sin embargo, el nuevo siglo trajo consigo una serie de novedades. La primera de ellas fue el automóvil.

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